La única meta a la que puede aspirar un hombre preeminente es a morir con lucidez, y como los cerebros aguzados no los venden en tronquitos ni los dona la Oficina de Bienestar Estudiantil, sino que se forman a punta de alcohol y de libros inscritos dentro del Index Librorum Prohibitorum, por ejemplo, o de masturbaciones inocuas en medio de sesiones de estudio insomne, o de arte, o de ejercicios de retórica procaz, entonces esta declaración de inconformismo, emplazada hasta hoy por motivos que a usted no le importan, no tiene otra razón de ser que la de sugerir un cambio substancial en la manera como algunos jovencitos casquivanos de esta universidad piensan que debe ser la vida, por un lado, su sociedad, por el otro, su futuro profesional, su experiencia adquirida en el campo de sexo lúbrico y el amor, su felicidad, su éxito y hasta su posterior desempeño como padres y madres de una nueva generación de seres humanos tristes y sin esperanza. Este no es un manifiesto estético, ni político, ni existencial; es un escupitajo ponzoñoso sobre el rostro de todos aquellos que confían sus mas profundas esperanzas a la racionalidad que el siglo XX se encargó de deslegitimar con sus dos guerras cruentas, al fanatismo ideológico que hoy embota las mentes de cientos de marchantes imberbes contra el gobierno corrupto de nuestro país, a la formación académica como el medio más seguro para adquirir respetabilidad social mediante doctorados infames basados en investigaciones superfluas. Este es el tabernáculo de los que todavía leen a pesar de que en su casa nunca ha habido libros ni biblioteca, de los que confían en la locura y la imaginación sin que les importe su atuendo, ni el colchón mohíno sobre el que duermen, ni los zapatos rotos en época de lluvia, ni la billetera sucia que solo guarda poemas; de los que se deprimen cuando se saben solos como un perro, de los que sonríen hambrientos frente a la vitrina del pan, de los que se masturban cada día pensando en la niña más inteligente de su clase, de los que sueñan con que en otro tiempo posterior a éste trascenderán la historia gracias a su arte. Bienvenidos al único espacio para hombres y mujeres que no saben lo que quieren, pero que le apuestan a lo que Beckett llamó una búsqueda ciega por darse un sentido, y como no es nuestra culpa que en una nación donde la mitad del congreso tiene las manos manchadas de sangre la juventud se pierda en el devaneo fútil de la vida y se decida muchas veces por hendirse las venas con una navaja Gillette, pues yo personalmente he decidido darles a todos ustedes, mis queridos y lúgubres lectores, una voz de aliento en estos tiempos convulsos. Ustedes no están solos: LOS INCAPACES SOMOS MÁS. Así que no os pongáis tan cabizbajos. Una cosa buena tengo por deciros para sobrevivir a la desesperación: nec spe, nec metu.
martes, 18 de agosto de 2009
"Aquí me pongo a cantar / al compás de la vigüela..."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario